28.9.08

...

Parte I
La relación en quiebra

Algo se rompió. Ella está sentada en el banco de una plaza y pareciera que está en la sala de un hospital, internada en una cama buscando recuperar su salud. Y la relación que se descascara es un amor mágico. El dolor es como el de las rodillas peladas después de una caída en bicicleta. La sensación es el afecto a una vieja prenda de vestir que ya no puede ser usada; está desteñida, sucia, percudida...pero la carga emotiva es tremenda. Es amor en definitva.

Parte II
Sala terapeútica. El psicólogo

Frente a esta situación tenés que usar la práctica de mente de principiante. Ante cada conflicto, actuar como si fuese nuevo, resolverlo sin la carga emotiva y psíquica de la experiencia. Otra opción es ponerte frente a la situación en 3ª persona. Entonces hablarte como si estuvieras dándole un consejo a una amiga. Mirar desde afuera la situación, testigo y no protagonista, y opinar. ¿Acaso él, su psicólogo, práctica eso con su mujer?

Parte III
Los "opinólogos"

¿Qué saben los que opinan? Los que hablan sobre esta relación, la mía y la de él, la nuestra, no saben nada o saben poco. Porque no están ahí cuando él canta con su guitarra terapéutica; no saben de sus mimos excesivos; poco conocen de sus locuras mágicas, de su humor optimista, de la química de nuestros cuerpos, de sus actividades culinarias, de sus abrazos en cucharita...abrazos interactivos. Hoy el amor se nos ha vuelto dificultoso, yo insoportable, él adulto. ¿Cómo matarlo?

Parte IV
La única verdad.

Te amo. Siempre te he amado. Probablemente te siga amando.

27.9.08

50% off

Ya no juego a las escondidas con las sombras
El principio azul del amor se ahogó en un estanque
Y ahora me baño con una lluvia a las 6 a.m. de un jueves
Voy a ir a dar un paseo por la verdulería de la esquina
Regocijarme con el olor a melón y saborear una sandía
Voy a llenar la bañadera y usar una esponja exfoliante
Raspar la piel, limpiarla y jugar con burbujas
Abrir un envase de acetona y desteñir mis uñas
Pintarme de colores después, y ofrecerme en blanco y negro
Entonces el que me compre, no tendrá reclamos, sin exigencias
Seré una niña amarga que disfruta sola, para que quien me lleve
No pague el precio de las expectativas, me cansé de cumplirlas
Ahora estoy de oferta, no cotizo en el mercado del libre albedrío

19.9.08

epílogo

Carta a vos

No sé todavía si puedo creer, entender, asimilar lo que anoche pasó. Siempre he creído en las causalidades, en las razones que justifican los hechos. Pero esta vez y sin dudarlo, puedo afirmar que nos enamoramos por casualidad.
Mi memoria es volátil. Solía ser fotográfica, metódica, ordenada. Guardaba todo, pero se volvió volátil. Sin embargo recuerdo cada cosa y cosita de ese fin de semana que nos encontramos por primera vez. […] Recuerdo que después que te fuiste te llamé por teléfono para que me dijeras que era mentira, que lo de esa noche no había existido. Sí, fue real. Ya lo sé.
Escribo porque el día avanza y no entiendo todavía cómo fue que anoche no nos besamos, no nos tocamos. Entonces hoy volvería a preguntarte, ¿anoche existió? […] Cada uno de nuestros encuentros estaba signado por el deseo y la pasión. Sí, es verdad, fuimos más que dos cuerpos. Lo nuestro fue una relación de verdad y, como tal, hubo todo lo otro que alimenta el afecto, la paciencia, el respeto y la necesidad. Pero tuvimos dos problemas que no supimos resolver. Uno, nunca nos entendimos o nos entendimos mal. Dos, fuimos a destiempo. […] Fui enteramente feliz a tu lado y confío en que vos también. Te amé. Y mucho. […] Anoche me quedaba prendida a vos, ahí a donde tantas veces me hubiese quedado. No alcanzaría una medida cuántica para calcular el amor que sentí por vos […] Y las cosas se dieron de esta manera, entonces puedo decirte que he sufrido en esta relación lo que no había sufrido antes. Pero como esa no es la vida que proyecto para mí, la del dolor, decidí dejar que el amor se fuera sin mí. Entonces lo vi tirarse desde la terraza de un piso 12 antes que pasaras a buscarme anoche. Lo vi suicidarse, cobarde o resignado pero valiente por dejarme seguir viviendo a mi. […] Y le agradezco a este amor haberme hecho tan mujer, tan grande. Incluso con su muerte reivindicó mi existencia. […] Millones de cosas nos quedaron por hacer, millones de palabras por decirnos. Hoy no sé cuál de los dos está más perdido, más dolido, más necesitado de la química del otro. Si alguna vez la vida vuelve a juntarnos, mi amor, evitemos por favor repetir ese patrón que nos dejó parados en el medio de la ruta, tremendamente vulnerables.

Julia.