30.4.13

nosotros dos


Es que no tenemos que pensarnos juntos, ni siquiera imaginarnos. Está fuera de lo permitido dejar abierta la mente para que se escape hasta escenas de una vida compartida, una relación de a dos, un mundo libre en el que a la noche me duermo entre algún recoveco –tu cuello, tu axila, tu boca -   y a la mañana me despierto con las ganas de vivir para y por vos.

Descorchás el vino número tres debajo de la parra de tu casa de campo. Decís que hace mucho no estabas ahí y yo pienso que ojalá te quedes para siempre conmigo. Pero claro, te repito mente insensata, no es posible. Las reposeras son reales, ese fresco de una noche de verano, ese silencio acústico con voces lejanas que quizás sean sólo algunos seres vivos o no tan vivos. El efecto del vino sobre el cuerpo es real, te veo como lo servís y lo disfruto con todos los sentidos que indican las reglas de la degustación. La saliva es real,  tus dedos cuando me tocan y tu nariz olfateando mi cuello, buscando un olor que para siempre será tuyo. Todo eso es real, pero no es real todo lo que queremos ser. Quizás.

- Estamos acá como haciendo equilibrio entre distintos estados, roles y momentos que vamos viviendo. Charlas híbridas como estas -me decís - nos devuelven a la realidad.
- Te repito: Todo lo que tenga que ver con vos me lleva a otra realidad.
- Me decís que de eso se trata, de la realidad.  Es que cada vez me cuesta más dejarte en tu casa  para volver a la mía y retornar a la realidad. Pero no, vos también sos mi realidad.

Esas noches en donde nos desglosamos en la intimidad, en la unanimidad.  La música, el vino, la comida que queda a la mitad, nuestros ojos encontrándose con una sonrisa antes de despegar un beso.

Hemos ido a tantos bares y siempre pedimos copas para tres. Nosotros dos y lo que no podremos ser. Nos encontramos en el mundo en un momento y un espacio para los que no estábamos preparados. Servime otra copa por favor, o no, no lo hagas voy a servirme yo sola. Es que no quiero necesitarte.

Ahora estoy sola, acá en casa después de que tu auto estacionó en la puerta. Cada vez, a mi también, me cuesta más que me dejes. Y no quiero dormir esta noche, quiero tenerte al lado narrándome otra de tus historias que me conmueven hasta las células. Sí claro, ya empiezo a necesitarte.

- Avisame cuando llegues.
- Eso me molesta, pero más que eso me presiona y condiciona. Soy despistado y me olvido, es todo un esfuerzo para mí avisarte.

Es que esperaría a que nunca me avises, a que vuelvas, a que te quedes.  ¿Y si vos también me necesitás? Me asustaría un poco menos si no supiese por experiencia que esto puede terminar en obsesión o adicción. Entonces las cosas se desmoronan, porque el respeto no sostiene al amor y el amor no sostiene la relación.

- Somos inteligentes. Al menos ahora me tranquiliza saber que en algún lugar del mundo vas a estar, sabiendo que yo estoy en este otro, para vos.
- No quiero perderte.
- No vas a perderme. Soy yo el que me pierdo cada vez que te miro, cada vez que te tengo me siento mejor. ¿Esto no es solamente pasional?
- Es que no tenemos que pensarnos juntos, ni siquiera imaginarnos. No es pasión, es otra cosa. No sé cómo se llama. Pero quiero tenerlo, porque lo primero que hago con vos – el diálogo, la conexión – es muy fuerte. Y si no puedo conservar lo primero por lo segundo…
- Lo segundo no sería posible sin lo primero.
- Lo primero quiero llevarlo conmigo a la tumba, lo segundo es el cuerpo. No te alejes.  Creo que vos no entendés, ya sabemos que no podemos estar juntos, nunca vamos a estar juntos. Pero si me separo de vos, ¿es resignación? No siempre se encuentran estas excepciones, almas que son como milagros. No hay tiempo, no hay espacio mejor que aquel en el que estamos juntos.
- Ya sé, es como la historia de mi amigo que sé que está, que sabe que estoy. Y capaz para los aniversarios nos vemos.

Yo también sé algo. La frecuencia define las relaciones, su condición quizás su profundidad tal vez. Y al principio me dijiste que hasta cuándo duraría. Te prometí a largo plazo, me desafiaste a corto o con algún esfuerzo a mediano plazo. No vas a entender nunca lo importante que sos para mí, sos el oxígeno cuando la vida se me queda atascada. De algún otro lado debo conocerte.

No es que no llegamos a tiempo o que vamos a destiempo, es que así está bien. Dame tu palabra, que con eso siempre alcanzó, para tener la certeza de que habrá más parras con un vino y personajes de reparto. Nosotros los intérpretes de un show de malabares, acomodando realidades en el aire para recibir el aplauso de un espectáculo único: dos cuerpos que se hallaron en la nada pero que hicieron todo.

25.4.13

escribir

Qué romántica cita entre las ideas y las palabras...

16.4.13

tanto, tan poco

Tanta imaginación, tantas ilusiones, tantas fantasías.
Y sólo un instante de realidad para destruirlas.

11.4.13

(no) decir

No me digas que no vas a venir, lo recuerdo.
No me digas que querés estar conmigo, lo sé.
No me digas que se te hizo tarde, ya no espero.
No me digas que soy todo para vos, no lo sé.
No me digas todo lo que ya no quiero ni puedo oír.
Decime que en esta vida no tenemos oportunidad.
Decime que el destino no nos tuvo algo de piedad.
Decime que se nos pasó el tiempo de insistir.
Decime que ya no te queda nada por decir.

7.4.13

pintura de uñas

Me mirabas atento e imaginabas que en el próximo rincón encontraría el esmalte color bordó.
Y yo seguía buscándolo como si el desenlace de la noche fuese a depender de eso, ¿sería?
Llamaron a la puerta y tuve que salir así, más que despintada, intrigada, ¿adónde estaría?
Te di un beso en la boca y otro en la mejilla, como era la costumbre cuando quedabas en casa.
Salí segura de que afuera no habría peligros, pero siempre hay un buitre acechando.
Y el ave rapaz me declaró la guerra cuando me arrinconó contra la pared y con una espada.
Lo voraz de su pico rozándome el cuello fueron las imágenes que la retina había olvidado,
los olores que se habían desprendido de mi piel y los gritos que creí ya se habían silenciado.
No había más escapatoria para la presa perfecta en la que de repente me había convertido.
Y entonces, en un instante, recordé el lugar exacto de la casa en el que estaba el esmalte.
Con un giro perfecto escapé de la cacería. La pintura de uñas estaba en casa, junto a vos. 

mezquinos

Será que el tiempo nos volvió mezquinos.
Para permanecer al lado y completarnos.
Para comer tostadas un domingo a la mañana.
Para estar juntos debajo de la ducha.
Para relajarnos de las heridas sin decir nada.

Será que el tiempo nos volvió mezquinos.
Y cambiamos los viajes por construir una casa.
Y nos acostamos en horarios distintos sin tocarnos.
Y nos despertamos sin mirarnos las caras.
Y aparentamos que podremos lograrlo.

Será que el tiempo nos volvió mezquinos.
Para admitir que adentro nos aguarda un veredicto.
Para salir de aquella sala de espera.
Para admitir que el desamor decidió por nosotros.
Para mirarnos sin juzgarnos, porque ya pasó.